Todos tenemos la capacidad de intuir, sentimos cosas que no nos explicamos. Halos de luz solar a las seis de la mañana atravesando el pecho, la vida se mueve todo el tiempo y está cargada de un fluido etéreo que navega por los cuerpos y los espacios. El fondo de nosotros mismos no tiene traducción a palabras, es extenso, vasto, inconmensurable. Apenas nos toca y sentimos vértigo o ligereza, es una especie de aroma que descansa en algún sitio de nuestro cuerpo y que puede respirarse a través del intelecto, la virtud y el amor.
Está en la base de nosotros un impulso vital que nos dota de naturaleza y que nos es propia, trazar una ruta, colocar una puerta, reconocer el camino hacia el corazón y actuar desde ahí. Si acaso es un ejercicio de conciencia que tiene diferentes vías de acceso, olvidarnos de la idea que tenemos de nosotros mismos, atender el presente, involucrarnos integralmente, diluir nuestras aversiones, aceptar el movimiento y dejar pasar a través de nosotros la energía primordial.

Intento entonces, que cada obra realizada aporte un espacio para perderse y que propicié un momento de intercambio a partir del acto de mirar, que ofrezca la materia para esculpir con la imaginación en cada gesto del lienzo, llamo al espíritu con el color, integro el todo en la nada con el mínimo cuidado y con todo el peso de un paisaje en transformación para descansar del sentido de las cosas ordinarias, volver a casa. No hay explicación acertada ni lectura obligada, cada pintura se entrega al espectador y le pertenece en ese momento a él, las ideas impregnadas en las piezas no valen de nada, solo importa el estado mental con el que se ejecute la composición, este será el que se exprese en el movimiento, en cada esquina el rastro de un no sentido intuido.
La figura, el signo, el significado o el concepto quedan cada vez mas enterrados en lo abrumador del sentido, la representación es una trampa para el juego, el gobierno no existe solo la inteligencia.
Yorumlar